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Like III

En sus inicios, el botón no se llamaba “Like (“Me gusta”) sino “Awesome”, (“Genial”). -Entre me gusta y genial, alguna distancia hay-. Sin importar cómo se llamara, el botón infausto, dijo IP, ya incubaba el monstruo que habría de poblar nuestros días y llenar nuestras noches de ansiedad, con visitas nocturnas para explorar la pantalla luminosa, entre el sueño y la vigilia. Pensaron que el botón podría tener un propósito comercial ya que, de una forma sutil, ayudaría a identificar los intereses del usuario sin que fueran compartidos de forma explícita por Facebook. Además, el botón podría servir como filtro para historias indeseables, ¡Oh ingenuos! y potenciar los buenos contenidos.

IP guardó silencio por un momento, caminó por la sala con pasos lentos, las manos atrás, la mirada al piso. Los demás miembros de la CREPC lo dejaron habitar su silencio, recorrer su territorio. Cuando se detuvo, giró, levantó el dedo como un revolver a punto de disparar la más grandiosa de sus ideas.

El 22 de agosto de 2007, continuó después de sacudir la cabeza como espantando un mal recuerdo, según Bosworthse propuso el uso de la palabra “Like” en lugar de “Awesome”, sin saberse exactamente a quién se le ocurrió el nombre que, al equipo original, le pareció insubstancial. La idea menguó en Facebook hasta que una red social rival la impulsó de nuevo. A veces es el enemigo –IP levantó el dedo apodíctico-, el que muestra el camino, y el camino no siempre es el mejor. Lo que había de fondo, para uno y para otro, era un demonio. Lo que acabó siendo el botón “Me gusta” (“Like”), se convirtió en lo que es en la actualidad, un maldito animal ponzoñoso que inocula su veneno en las almas de todos los que caen bajo su influencia nefasta.

Los misterios del pequeño diablo, sus oscuros pasadizos, la ilusoria ambrosía que alimenta las almas vaporosas, no se han logrado desentrañar, dijo IP, pero de nosotros depende dilucidarlos. Los de la CREPC asintieron. Quedará a discreción de los lectores, dilucidar los alcances del pequeño diablo, el poder que el bicho infeccioso tiene sobre las parcelas en que se aposentan sus espíritus. Creo que no requiere muchos esfuerzos meditabundos, filosóficos; sólo pensar en qué efectos les produce el malvado botón, cuando lo ven titilando en la luminosa pantalla. Nada más. Sólo eso.

Si tiene alguna respuesta sobre los misterios y poderes del pequeño diablo, o Like, o Me gusta, puede comentar, opinar, contradecir y filosofar, si así lo desea.

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