
La evaluación es un tema recurrente en el campo educativo. Hace parte del currículo, se menciona en los planes de área, de aula y de clase, las instituciones educativas elaboran los Sistemas Institucionales de Evaluación de Estudiantes, SIEE, y se incluyen en los planes de mejoramiento institucional, PMI. Sin embargo, como se verá en estos artículos, su puesta en práctica en los procesos de enseñanza – aprendizaje y de mejoramiento educativo, presenta insuficiencias ocasionadas por diferentes factores.
En este y los siguientes artículos, se tratará el tema de la evaluación desde perspectivas que incluyen los cambios que ha tenido a través del tiempo, sus concepciones y procedimientos, su inclusión en los procesos de formación de docentes y su incidencia en los estudiantes en particular, y en el campo social en general, entre otros.
Se asume como un eje transversal la idea de que evaluar es un acto cotidiano que trasciende los contextos de las instituciones educativas. Aunque la evaluación en las IE también se realiza condicionada por las características del contexto y la percepción de docentes, estudiantes, directivos y comunidad educativa en general sobre la misma, es el campo más amplio de las interacciones sociales donde incide de manera significativa en las relaciones que se establecen entre los sujetos. En palabras de Plessi (2014) “Llevamos a cabo muchas acciones sin nombrarlas, sin explicar su identidad, sin situarlas en una determinada categoría. Evaluar es una de ellas…, es, por lo tanto, un acto no accesorio, sino estructural dentro del desarrollo del saber”, y esta se da, dice la autora, porque estamos obligados a decidir y escoger, aunque no estemos ni formados ni preparados para ello.
Si la educación, como un bien público al que todo individuo debe, o debería acceder, permite sentar las bases de la democracia, las libertades individuales y colectivas, además de la justicia y su aplicación en todos los escenarios, entonces debe formar a los estudiantes con fundamentos sólidos que les permita evaluar de manera más apropiada, responsable y acorde a las circunstancias. Por lo tanto, elegir, previa evaluación de un escenario particular, se convierte en una actividad fundamental en el devenir de las sociedades.
Siendo consecuente con lo expresado, habría que decir que el acto de evaluar ha acompañado al hombre durante toda su historia. Incluso podría afirmarse que mejorar sus procesos de evaluación, en relación con sus contextos, lo llevó a tomar mejores decisiones y sobrevivir a situaciones adversas. Sin embargo, considerada en el campo educativo reciente, fueBenjamín S. Bloom quien difundió la noción de evaluación aplicada al aprendizaje de los estudiantes. Antes de que lo hiciera, ésta se enfocada más en el ámbito empresarial para evaluar equipos de trabajo y procesos de producción. En la obra, Mastery Learning, editada por Bloom, con Thomas Hastings y George Madaus (1971) se precisan las diferencias de las evaluaciones que se usan para apoyar decisiones instruccionales, distinguiendo los propósitos formativos y los sumativos, así como los de ubicación y diagnóstico. De igual manera, presentan técnicas para la evaluación de objetivos, diferenciados en cognitivos y afectivos.
Al revisar los trabajos sobre evaluación de Sacristán (1998);Careaga, (2001); Coll, Rochera, Mayordomo, Naranjo, (2008); Morales(2009); Wiggins (1998- 2012) se pueden encontrar características comunes de la evaluación, expresadas de la siguiente manera: los resultados, producto de un juicio respecto de uno o más atributos de algo o alguien, son tanto para docentes como estudiantes, deben propiciar mejoras en el aprendizaje con información procesable en tanto aclara y mejora las decisiones que se toman teniendo en cuenta los objetivo a alcanzar, la situación en que se encuentra el alumno según la evaluación realizada y la forma de lograr el resultado esperado en términos de nivel deseado, lo que implica que se pueda reorientar, modificar, regular, reforzar, comprobar los aprendizajes, es decir, se aprenda a partir de ella.
Se asume esta concepción de evaluación construida a partir de los conceptos de varios autores por tanto tiene en cuenta los elementos fundamentales que implican lo teórico y lo práctico, además de los aspectos relacionados con lo actitudinal, procedimental y cognitivo. Así mismo, de esta manera la evaluación trasciende su función calificadora para convertirse en una evaluación formativa que, unida a la retroalimentación, permite superar las dificultades en el aprendizaje y mejorar los desempeños, tanto de docentes como de estudiantes.
La forma como se realiza la evaluación en las instituciones educativas, evidencia las concepciones que sobre la misma tienen los docentes. En este sentido, los datos recopilados a partir del inventario “Teachers’ Conceptions of Assessment questionnaire (TCoA-III)” (Brown, 2003, 2004; Harris y Brown, 2008, 2009; Brown y Hirschfeld, 2008) confirmaron que existen cuatro grandes concepciones que los docentes tienen sobre la evaluación del aprendizaje del alumnado: La evaluación como mejora; la evaluación como herramienta de rendición de cuentas de la escuela, más relacionada con el desempeño docente; la evaluación como instrumento de rendición de cuentas del propio estudiante y la evaluación como un proceso irrelevante que solo sirve para calificar y clasificar al alumnado.
En este orden de ideas, con resonancias similares, Sánchez (2012) cita a André Roth, Guba y Lincoln, (2010) quienes clasificaron los procesos de evaluación en cuatro generaciones donde se privilegiaron ciertas concepciones de evaluación, generadas desde ciertas visiones de mundo, produciendo sus respectivas metodologías. Una primera generación, derivada de un enfoque positivista, que homologó evaluación con medición y clasificación y donde el evaluador es un técnico experto, neutral y objetivo. La segunda generación puso el énfasis de la evaluación en el cumplimiento de los objetivos de aprendizaje; Una tercera generación, introdujo el juicio a partir de criterios o estándares en la evaluación, donde el evaluador se constituyó en un juez; La cuarta generación, buscó desarrollar una evaluación pluralista, concebida como un proceso de negociación entre evaluador y evaluado.
Creo que aunque lo anterior, en términos del concepto de generación, sugiere un posicionamiento ascendente, en la actualidad coexisten estas concepciones, énfasis y criterios. Lo expresado es un indicador de que a nivel nacional, local e institucional, no existe una base de criterios compartidos en torno a la evaluación. Cada docente tiene su concepción, métodos e instrumentos para realizarla, aunque existan aspectos comunes y una concepción generalizada, desde lo teórico, de que debe ser formativa. Esta, por supuesto, no es una afirmación categórica ya que existen instituciones educativas donde la evaluación es abordada en diferentes procesos de formación, de tal manera que fortalecen prácticas comunes que tienen que ver con esa cuarta generación mencionada que la concibe como una negociación entre evaluador y evaluado.
En una mención final a la evaluación y sus implicaciones sociales, es posible afirmar, como lo menciona Plessi (2014) que si se carece del ejercicio de la elección, se carece también del ejercicio de evaluación. Nuestro sistema educativo escolar y las escuelas e institutos en particular son pobres en cuanto a alternativas y no crean ocasiones para madurar la capacidad de escoger.
Bibliografía
-Careaga, A. (2001). La evaluación como herramienta de transformación de la práctica docente, Educere, vol. 5, núm. 15, pp. 345-352, Universidad de los Andes.
Mérida, Venezuela. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=35651519
-Coll, Rochera, Mayordomo, Naranjo. (2008). La evaluación continua como instrumento para el ajuste de la ayuda pedagógica y la enseñanza de competencias de autorregulación. Barcelona: Octaedro.
-Morales, P. (2009) La evaluación formativa, Universidad Pontificia Comillas, Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, Madrid. Disponible en: http://www.upcomillas.es/personal/peter/otrosdocumentos/Evaluacionformativa.pdf
-Plessi, P. (2014). Saber evaluar. MADRID: NARCEA S.A DE EDICIONES.
-Sacristán, Gimeno J. (1998). Comprender y transformar la enseñanza. España. Editorial Morata. pags. 334-397.
-Sánchez, C. (2012). Lo político, la evaluación y la calidad: Tres debates necesarios en el Observatorio Nacional de Políticas en Evaluación. La concepción de evaluación en el Observatorio Nacional de Políticas en Evaluación. En:Educación y Ciencia – Núm 15. Año 2012 • Pág. 11 – 22.
-Wiggins, G. (1998). Educative Assessment. Designing Assessments to Inform and Improve Student Performance. San Francisco. Jossey-Bass. Evaluación Educativa. (Diseñando evaluaciones para informar y mejorar el desempeño de los estudiantes). Capítulo 7. Rúbricas para la Evaluación.